Lacrimosa dies illa…

-¿Ves? En el fondo estás contenta. Lo veo en tus ojos… ¿Te gusta la soprano? Es magnifica; la cadencia de su voz invita a llorar desesperadamente. ¿Lo entiendes? No, claro que no. Es latín, yo sí lo entiendo. Créeme, me envidiarías. Fíjate en esos agudos, en el órgano de fondo, retumbando como un monstruo de múltiples gargantas. ¿No lo ves? Es el leviatán devorando al mundo mientras un ángel canta desesperado por las lágrimas que derrama Dios ante sus hijos. Es precioso, una epifanía; sí, esa es la palabra.

¿No te parece tan natural el mundo como esta canción? Sí… es una revelación. Déjame encontrar papel… ¡Oh! Es un crujido que proviene de la nada, es un pálpito, una brecha que ha partido en dos la ágata maciza que hace las veces de corazón del universo. Por su herida se ha filtra la luz como si fuera una corriente de sangre dorada, simiente de las estrellas, del fuego devorador y padre, de la madre conformadora del orden. Sí, es la voz, el chillido en agudo, el canto de sirena que ha partido la piedra mágica y nos ha conformado a todos. Estamos hechos de éter y esa es la clave.

Pero no desesperes, querida… sé que lo disfrutas. Tu madre también lo hizo ayer ¿Sabes? ¡Oh! Sí, sus ojos se apagaron con tanta dulzura y su mano cayó con tal delicadeza que derramé una lágrima. ¿No era humana sabes? En ese último momento supe que se había transformado en una madonna antigua. Era nuestra señora encarnada. ¿Te acuerdas de su cara pálida? Estaba sonrosada ayer… Sé que en aquel suspiro viajaba su alma abriendo las alas… ¿No me crees? No te preocupes, soy un incomprendido… lo sé…

No me podrás negar que estás cómoda. Esos cojines están rellenos de plumas de cisne, pero son como las de un ángel, delicadas y suaves. Esta cama es perfecta para ti y no me importa que dejes tu marca en ellas porque te quiero. Sé que es una confesión que a la mayoría les cuesta entender, que les aterra. A mí no. Yo soy diferente. Te amo, querida. Estás sintiendo mi amor en ti ahora mismo… ¿Ya cierras los párpados? Sí, lo entiendo. Estás disfrutando de este momento, sintiendo la calidez final. No hace falta que me agradezcas mi ayuda, es un don que me ha otorgado la madre de todos nosotros.

¿Sabes por qué hago esto? ¿Lo sabes? … Vaya, lástima. Quería ver la luz de tus ojos dejarme con lentitud, pero ya no me escuchas ¿verdad? No importa, me gusta hablar sólo, me gusta oírme a mí mismo. Mi voz siempre pronuncia las palabras adecuadas, yo sólo puedo decir la verdad. ¿No lo sabías? ¡Oh! Disculpa, olvidaba que me habías dejado… No, claro que no lo sabías. Permíteme que te tape con la sábana.

¡Vaya! Ha sido una celebración magnífica. Estoy muy contento, todo ha salido a la perfección. Sólo me inquieta que faltan dos más por ser redimidas y el tiempo se me echa encima horadando una tierra impura que espera ser sacralizada. El equilibrio del mundo es tan precario que doy gracias todas las noches por este don que me ha sido concedido.

Bien, ya estamos aquí. El fuego terminará lo que mi puñal comenzó. Te envidio por sentir esas lenguas ardientes lamer tu suave piel. Te envidio de verdad y espero poder compartir algún día la gracia que a ti te ha sido dada.

Tu alma ya es libre, pequeña mariposa. Ahora puedes volar…

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