De camino a Babadag

Título original: Jadąc do Babadag
Autor: Andrzej Stasiuk
Editorial: Acantilado
Traductor: Alfonso Cazenave

Conocí a Stasiuk en el estante de una librería en 2008. Tomé el libro por una de esas casualidades que nos persiguen a quienes pasamos demasiado tiempo entre volúmenes. Lo abrí por alguna parte y leí unas páginas. Me cautivó al instante y me ha acompañado desde entonces.

Durante todo este tiempo la lectura del libro se ha ido prolongando, no porque fuera pesado, sino por lo contrario, quizá porque ese ritmo pausado que distanciaba mis lecturas era necesario para digerir ese “camino” que nos lleva por la Europa más impronunciable, la Europa en minúscula que no aparece en la televisión, esa de nombres impronunciables donde la vida tiene una importancia muy distinta a la que solemos dar.

De camino a Babadag es un libro de viajes, donde las impresiones del autor nos colocan tras el ojo de un viajero, de un antropólogo que se deja llevar por el lirismo y con una capacidad filosófica que si bien no resulta complicada, sí nos obligará a apartar el libro y pensar sobre lo leído.

La narración es una maravilla, una red de hilo dorado que nos desplaza sin que caigamos en el transcurso del reloj, que no cesa pese a que nosotros estemos ahí, con Stasiuk, viviendo esas narraciones donde los paisajes tienen más vida de la que seguramente tendrían si estuviéramos presenciándolo en vivo. La lengua de Stasiuk nos habla con trascendencia de un mundo que destiñe y parece intrascendente.

El lector que se enfrente a este libro posiblemente caiga en el encanto melancólico que ya no podrá dejar de asociar a esos viejos caminos secundarios donde la sociedad parece haberse detenido muy atrás en el tiempo; sin saber qué hacer con todos esos elementos modernos que allí gozan de muy poco sentido. El anacronismo de esa Otra Europa que nos enseña Stasiuk es real y el lector no logrará librarse de la pasión del autor, pasión por aquello que se desmorona y cede al tiempo, que se borra o diluye en un presente eterno y amnésico sin pretensiones futuras.

Nosotros, cómodamente asentados en nuestra parte de Europa, plastificada y orgullosa de su modernidad, no podremos menos que asombrarnos de esa otra parte que también somos nosotros y que hemos querido ignorar.

La pretensión del autor es esa muestra crítica, es decir juzgada, pero también sentida, de la geografía más humilde de la vanidosa Europa, tierra que muchas veces se encumbra ufanamente como madre de la civilización, teniendo en mente los países de siempre, olvidando siempre esa otra parte que aquí se nos evidencia. Stasiuk, que ha escrito además de este peculiar libro de viajes, novelas, cuantos y un ensayo político-social donde precisamente discute abiertamente esas dos caras de la misma Europa. Ese enfrentamiento oeste-este tan violento y al mismo tiempo tan ignorando por la mayoría, como si se tratase de un secreto o como si se prefiriese seguir manteniendo bajo la tela de lo insignificante.

Definitivamente no es un libro para pasar el rato. Su lectura es amena, con descripciones llenas de color y emoción pero la lectura captura el intento de no ver más allá, obliga al lector a ensuciarse los pies con el polvo de fronteras que nunca había pensado que existieran, le lleva a horizontes extraordinarios pero bajo el coste de pensar, de cansarse como si realmente uno hiciera el camino.

De camino a Babadag ha supuesto para este que suscribe una experiencia incomparable a cualquier otro libro, su lectura ha sido un auténtico viaje de descubrimiento por paisajes e ideas que nunca había considerado. La recomendación es obligada, todo aquel que ame la buena literatura, que le guste abrir nuevas puertas donde no creía que las hubiera, y sobre todo para aquellos que, citando a Stasiuk que cita a su vez a Andersen, piensen que “viajar es vivir”.

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